El fin de la minería se asocia al fin de la prosperidad de las cuencas mineras leonesas. Las cifras demográficas así lo demuestran, elevando las pérdidas de población que siempre han sido un dato omnipresente en la demografía montañesa.
Los 23 municipios calificados como «muy afectados» por el fin de la minería según el Instituto por la Transición Justa han perdido en estos tres años, según el padrón del Instituto Nacional de Estadística, 2.804 habitantes.
En lo que respecta a la montaña central, La Pola de Gordón ha perdido en los últimos tres años 265 habitantes, un -7,97% dejando su población en 3060 habitantes.
Matallana de Torío ha perdido un -2,14% (28 habitantes), quedando su población en 1278 habitantes.
La Robla ha variado su población en 170 personas (-4,38%) quedando en 3714 habitantes.
Por último, Valdepielago ha perdido un -8,31% de su población, 28 personas, siendo en estos momentos 309 vecinos.
En números globales, los municipios más afectados son Villablino, Bembibre, La Pola de Gordón y Fabero, cuatro de los grandes 'centros' mineros de la provincia de León. El caso paradigmático del declive tras el fin de la minería es Villablino, un municipio que en su día tuvo más de 16.000 vecinos a principios de la década de los 90 y donde hoy día habitan 8.226 personas, casi 700 menos que en 2018 (8.919 habitantes según el INE).
Es así como el fin de la actividad minera ha traído, como se preveía, un enorme 'agujero' demográfico del que tratan de recuperarse estas cuencas, pero donde, sin las alternativas industriales que esperaban y necesitan, la labor parece de difícil ejecución.