El conflicto bélico en Ucrania ha servido para evidenciar la extrema debilidad en la que España se encuentra a la hora de ser autosuficiente en el mercado energético. La dependencia del mercado internacional y la fluctuación de los precios en fuentes como el gas o el petróleo ya eran un serio problema para la estabilidad del sistema interno. Ahora, simplemente, la situación resulta insostenible y España tendrá que acudir como comprador a un mercado internacional encarecido, sin tantos recursos como los necesarios, y sin margen de maniobra.
Los diferentes partidos que han asumido el gobierno del país limitaron hasta anular las opciones de energía como la del carbón o la nuclear. La apuesta por una producción 'verde' conllevó la pérdida de fuentes alternativas. La situación generada tras el estallido de la guerra de Putin está demostrando que no solo fue un error el cierre de las minas, sino que es una opción energética real que hay que revisar con urgencia. Tenemos tanto carbón que en situaciones de emergencia nacional podría ser la alternativa perfecta para no caer en el pozo de la dependencia energética.
Lo coherente entonces es mantener una cantidad anual de reserva, una producción mínima que pueda servir para controlar el mercado a través de una mezcla energética y actuar como elemento de seguridad ante una eventual crisis internacional. Pero entonces nadie pensó que pudiera haber una guerra en Ucrania. Ahora no queda otra que replantearse la situación con urgencia.